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Derrota al jefe final de Altares del dolor.
Antes de la invención de la doctrina de la simetría, el marco que prevalecía para hablar de la Oscuridad era moral. Los eruditos de la Edad Oscura implantaron directamente las fuerzas paracausales en nuestros códigos morales preexistentes. Es decir, pensaban que [Luz = Bueno] y que [Oscuridad = Malo]. Para ellos, la conexión era innata. Era una suposición natural, dado que la Oscuridad había arrasado los mundos conocidos, y que el Viajero había salvado a la humanidad de la destrucción.
Sin embargo, una vez que el polvo del Colapso se asentó, los estudiosos de la Edad de la Ciudad pudieron ampliar sus perspectivas históricas. Por primera vez, estudiaron la Oscuridad desde un punto de vista holístico, en lugar de uno moral. La mayoría de estos primeros simetristas cubrieron temas en sus tesis con declaraciones como la de Mornighan en "La Oscuridad iluminada":
"Aunque es cierto que la Oscuridad es un mal necesario, podemos aceptar su existencia reconociendo que cede en todo momento a la fuerza del bien. Porque dondequiera que brille la Luz, la Oscuridad se retira ante ella".
Fue en este espacio intelectual donde Ulan-Tan propuso por primera vez la doctrina de la simetría. Su hipótesis descartó la premisa de la Edad Oscura de que la Oscuridad y la Luz eran de naturaleza moral. En cambio, postuló que nuestra comprensión moral de la Luz y la Oscuridad eran experiencias subjetivas de fuerzas absolutas.
Si se acepta que los conceptos de Luz y Oscuridad y bueno y malo no están perfectamente alineados, entonces deben existir necesariamente espacios liminales donde [Luz = malo] y [Oscuridad = bueno]. Si esto es cierto, sería el triunfo final del relativismo moral. Fue esta (para entonces, implícita) tangente de la simetría la que la Vanguardia encontró tan amenazante.
- Extractos de "Ulan-Tan, hereje divino"
