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Lore
Chaleco Illuminus (majestuoso)
El guardián resplandecía. Su armadura brillaba en la penumbra embotada de la noche de Europa. Las volutas doradas de su coraza brillaban, como si la mismísima Luz imbuyera el metal. Era una estampa preciosa.
El campo de batalla estaba cubierto de cuerpos despedazados de los elixni muertos y de los moribundos, todos con el símbolo de la Casa de la Salvación. La sangre y el éter corrían por el hielo y dejaban manchas congeladas. El guardián se paseó entre los cuerpos, en busca de munición y de armamento.
Eido había observado la batalla con su objetivo, desde lo alto del risco. Incluso a esa distancia, la brutalidad le resultaba difícil de tolerar. Miró inquisitivamente a Misraaks y él se agachó a su lado. ¿Esos eran los guardianes en los que tanto confiaba su padre?
Al intuir las dudas de su hija, Misraaks dijo: "Los guardianes son capaces de sentir compasión, aunque casi nunca lo demuestren".
"Entonces, ¿por qué los bendice la Gran Máquina?", preguntó Eido. "¿No es preferible ser compasivo?".
"La Oscuridad viene a por nosotros", respondió Misraaks. "Está más cerca que nunca. Quizá la crueldad sea lo que la Gran Máquina necesita".
