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Musleras Avatar del Estratega
Buscando el aquí y el ahora.
Todos los instintos de Osiris lo empujan a luchar. Y, aun así…
"Me alegro de que hayas podido venir", es el cálido saludo de Saladino Forge a Osiris cuando entra en un estudio a bordo de la nave insignia de la ascendencia: Eligos Lex V. La arquitectura cabal se mezcla con el rústico mobiliario humano, que no desentonaría en el Templo de Hierro. El té ya se está preparando cuando Osiris se une a Saladino en la mesa; el aroma del té negro de Assam le trae viejos recuerdos.
"Supongo que tus gustos no han cambiado demasiado", comenta Saladino, señalando el té.
"¿Te ha pedido Ikora que me vigiles?", pregunta Osiris, que se da cuenta de que sus palabras han sonado muy a la defensiva. Enmascara su amargo arrepentimiento dando un sorbo al té, que está demasiado caliente.
"No. Quería ver cómo estaba mi viejo amigo". Saladino se inclina hacia adelante en el asiento, envolviendo con sus manos su propia taza sin levantarla de la mesa. "Pero veo que has sobrevivido sin Luz al encuentro no con uno, sino con dos dioses de la colmena. Yo diría que te va mejor que a la mayoría".
El orgullo que esconde la voz de Saladino hace que a Osiris se le revuelva el estómago. No por incomodidad, sino por vergüenza. Y, sin embargo, la seguridad de Saladino no es condescendiente. No está en su naturaleza serlo.
"¿Estás contento aquí?", Osiris cambia de tema. "¿Entre los cabal?".
Saladino se encoge de hombros ante su pregunta. "La satisfacción es un lujo que ninguno de nosotros puede permitirse. Yo estoy aquí. Eso es lo que importa. Mi lugar está aquí ahora, y a la humanidad le va mejor así". Un momento de silencio planea sobre los dos, y Saladino es el primero en atreverse a romperlo. "¿Cuánto hacía que tú y yo no tomábamos el té juntos?".
"Ni siquiera lo recuerdo", responde Osiris. "Hace tanto tiempo que parece un sueño". Luego, bajando la voz, añade: "Jolder estaba viva".
Saladino no media palabra y se concentra en su reflejo ondulante dentro de la taza de té.
"No debería haber mencionado su nombre", añade Osiris en voz baja.
"No". La respuesta de Saladino es rápida y firme. "No quiero que el recuerdo de Jolder se desvanezca como tantos otros. Puede que duela recordar, pero es ese dolor el que nos recuerda que estamos vivos".
